- Ha habido una clara evolución en el propio concepto de lo que eran las personas con discapacidad intelectual. El énfasis en la parte de “discapacidad” ha disminuido, para pasar al concepto de “persona”. Esto lleva inevitablemente a centrarnos en la idea de derechos, igualdad de oportunidades, e inclusión en la comunidad.
- Si queremos apostar por modelos de vida ricos, anclados en derechos para todas las personas a las que prestamos apoyo, tenemos que dar un paso. Y ese paso es que estas personas hagan su vida no en un centro, sino en una sociedad, en una comunidad.
- Uno de nuestros principales retos ahora mismo es lograr un entorno de influencias, de colaboraciones, de aliados… que permitan que las personas con discapacidad intelectual o del desarrollo ya no sólo sean objeto de derecho sino que además puedan ejercerlo plenamente en la comunidad.
LA INCLUSIÓN SOCIAL, UN RETO PARA FEAPS. En los acuerdos adoptados en Toledo 10, temas como la ciudadanía, el entorno, la inclusión de las personas con discapacidad intelectual o del desarrollo en la comunidad, etc., aparecen como reto para FEAPS. Comenzando por el enunciado de la nueva Misión, que afirma que debemos contribuir a la generación de proyectos individuales de calidad de vida, por medio de “apoyos y oportunidades”. Es decir, que además de prestar apoyos, debemos generar oportunidades en el entorno, trabajando con la comunidad para crear esos proyectos de vida.
Hace más de cuarenta años, FEAPS surgió de un grupo de familias de personas con discapacidad intelectual que se unieron para reivindicar a las administraciones públicas una serie de servicios y apoyos que mejoraran las condiciones de vida de estas personas. La evolución del propio movimiento asociativo y las cifras de miles de personas a las que prestamos apoyo, que tienen empleo, vivienda, etc. indican que tuvieron éxito, aunque aún nos queda mucho camino por recorrer.
De forma paralela a ese proceso, ha habido también una clara evolución en el propio concepto de lo que eran las personas con discapacidad intelectual o del desarrollo. De poner énfasis en la parte de “discapacidad” hemos pasado a centrarnos en el concepto de “persona”. De una manera lógica, en el momento en que comenzamos a poner énfasis en la idea de personas, inmediatamente estamos haciendo también énfasis en el tema de derechos, en la igualdad de oportunidades, etc. Y eso también nos lleva inevitablemente a una responsabilidad que ha de ser compartida por todos, porque todas las personas somos parte de la sociedad.
Por otro lado, también han evolucionado los modelos y paradigmas técnicos y científicos, que nos lanzan de forma inevitable hacia nuevas perspectivas como la Planificación Centrada en la Persona (PCP), la inclusión en la comunidad, la ciudadanía plena… Al final todo tiende a lo mismo: si queremos apostar por modelos de vida ricos, anclados en derechos para todas las personas a las que prestamos apoyo, tenemos que dar un paso. Y ese paso es que estas personas hagan su vida no en un centro, sino en una sociedad, en una comunidad.
PUENTES HACIA LA COMUNIDAD. Necesitamos, por tanto, organizaciones más permeables, más abiertas a esa realidad, que puedan tener más capacidad de influencia en los entornos en los que las personas con discapacidad intelectual o del desarrollo se están moviendo. Para ello debemos seguir generando agentes de cambio dentro, pero también debemos buscar cómplices fuera del movimiento asociativo. Ese es uno de nuestros principales retos ahora mismo: buscar todo ese entorno de influencias, de colaboraciones, de aliados… que permitan que las personas con discapacidad intelectual o del desarrollo ya no sólo sean objeto de derecho sino que además puedan ejercerlo plenamente. Son todos esos agentes los que nos van a ayudar a hacer ese tránsito.
A FEAPS nada debe resultarle ajeno; no somos una isla y no podemos permitirnos ser ajenos a lo que pasa en el mundo, y más en esta realidad cada vez más globalizada en la que vivimos. Desde esta perspectiva, la idea es que los servicios y apoyos vayan acabando cada vez más con los muros físicos, y que deje de haber espacios cerrados en donde están las personas como en guetos, sino que éstas personas formen parte de la sociedad. Las entidades y servicios deben hacer poco a poco esa transformación tendiendo puentes hacia la comunidad, y convirtiéndose en agentes de cambio dentro y fuera del movimiento de la discapacidad.
La visión del centro o el servicio como algo endogámico está agotada, y tendemos a esa apertura a través de alianzas, convenios… algo que nos permite participar de las oportunidades que hay en la sociedad (en línea con nuestra Misión). Y en aquello sitios en donde no existen esas oportunidades, debemos empezar a montar estrategias pensadas de cómo vamos a influir en ese entorno cercano para que haya esos cambios.
Los servicios se transformarán y tendrán razón de ser en cuanto a catalizadores de proyectos de vida, de puentes a la comunidad. Pero que permitan desarrollar esos proyectos a las personas como plenos ciudadanos, con los recursos que ofrece la organización, pero también la comunidad, con carácter complementario.
Una de nuestras señas de identidad es que somos un movimiento de familias. Y en el proceso de reflexión de Toledo 10, una de las grandes preguntas que ha surgido es ¿debemos ser únicamente eso? Se ha decidido que podamos tener una capacidad de influencia mucho mayor que vaya más allá de la “militancia” de nuestros familiares, que por otro lado, evidentemente aportan un plus de vivencia personal y de sensibilidad. Esta doble dimensión no sólo tiene que ver con los derechos de las personas, sino que también nos interesa estratégicamente. Necesitamos ser un movimiento de ida y vuelta, en donde nosotros vayamos a la sociedad, pero la sociedad también venga a nosotros.
Esta idea de abrirnos a la sociedad no es ni mucho menos contradictoria ni excluyente con la idea de que las familias sigan siendo nuestra seña de identidad. Pero el hecho de ser familiar de una persona con discapacidad intelectual no garantiza que el mensaje que estás enviando sea el adecuado. Por eso necesitamos que ciudadanos comprometidos con esta idea puedan participar y ejerzan también esa labor de abrir puertas a la comunidad.
Estamos en un momento de cambio interno. Hay grupos que ya están demandando la redefinición de los modelos y otros que se muestran reticentes a esos cambios. FEAPS tendrá que vigilar el ritmo del cambio, ofreciendo apoyos para que no haya una brecha entre entidades muy abiertas a la comunidad y otras a las que les cuesta más asumir esta nueva realidad.
EMILIO MIÑAMBRES
Relator de la ponencia de asociacionismo de Toledo 10