- Cada entidad tiene que encontrar su propio ritmo de cambio. Lo que no puede hacer es no cambiar.
- Diseñar elementos para que las personas con discapacidad participen en la toma de las decisiones que afectan a sus vidas dentro de las entidades, supone un cambio de visión importante, pero no tiene marcha atrás.
- Tenemos que imaginar no sólo organizaciones distintas, sino también maneras distintas de liderarlas, más participativas y que tengan en cuenta a todos los grupos de interés.
- No se trata de tirar estructuras abajo o de pensar que lo que tenemos actualmente no vale, sino de iniciar un proceso de cambio dándole un sentido distinto a lo que estamos haciendo.
El Código Ético de FEAPS habla de la dignidad como uno de los principales valores de las personas, tengan o no necesidades de apoyo. Esta dignidad se basa en que las personas son conscientes de ser un fin en sí mismas, es decir, de tener control sobre la propia vida. Somos lo que somos en la medida en que podemos construir nuestra propia existencia. Por eso las organizaciones de FEAPS, los apoyos y los servicios, así como todas las personas implicadas en los mismos, tenemos un compromiso claro de dotar a las personas con discapacidad intelectual o del desarrollo de la capacidad y la posibilidad de decidir sobre sus vidas.
Las personas con discapacidad intelectual o del desarrollo son un colectivo valioso e importantísimo en nuestras organizaciones. Nuestra misión se basa en conseguir que cada una de estas personas logre proyectos de calidad de vida propios y deseados. Estos nos obliga a cambiar la visión que tenemos de estas personas dentro de las organizaciones, que pasan de ser un simple “objeto” de los apoyos y servicios, a ser los auténticos “protagonistas” de los mismos, participando y decidiendo directamente en todo aquello que afecta a su propia vida.
Las personas con discapacidad intelectual o del desarrollo tienen que tener hueco en los órganos en donde se toman las decisiones sobre los servicios y apoyos, si realmente entendemos que estos están orientados a los proyectos de vida de estas personas. Las organizaciones tienen que diseñar elementos que permitan a estas personas participar en esas decisiones, con los apoyos que sean necesarios. Esto supone un cambio de visión importante y no tiene marcha atrás.
Además también debe cambiar el papel de las familias de una visión protectora a un nuevo rol de generadoras de apoyos y oportundades. En la medida en que las organizaciones demos protagonismo a las personas, también se lo daremos a las familias.
Todo ello también supone nuevas formas de liderazgo, más abiertas y participativas, que cuenten más con todos los grupos de interés y que estén más vinculadas con el entorno.